Todo comenzó en un lugar cotidiano: el trabajo. Entre reuniones y cafés a medio terminar, Clara y Roger cruzaron sus primeras miradas. No fue un flechazo instantáneo, pero sí una sensación cálida, de esas que te dicen que esa persona tiene algo especial.
Clara sintió desde el principio que Roger era alguien en quien se podía confiar. Un hombre bien plantado. Su mirada, su nobleza, su manera tranquila de estar en el mundo la cautivaron.
Lo que empezó como conversaciones triviales en el trabajo se convirtió en charlas interminables, en mensajes que hacían que los días fueran más cortos y en la certeza de que querían pasar más tiempo juntos. Sin darse cuenta, el uno se había convertido en el hogar del otro.
Su primer fin de semana juntos lo pasaron en Tossa de Mar, un rincón mágico junto al mar. Allí descubrieron lo fácil que era estar juntos, lo rápido que pasaban las horas cuando se tenían cerca y lo evidente que era que aquello no era solo una aventura pasajera.
Los años pasaron y su amor se fortaleció. Y fue precisamente en Tossa de Mar, donde todo había comenzado, donde, en un momento especial, tan natural como su relación, se miraron a los ojos con la certeza de que era el instante perfecto. Se pidieron matrimonio al mismo tiempo.
No importaba si llevaban anillos o si habían ensayado aquel momento. Solo existía la risa compartida, la emoción sincera y la seguridad de que querían pasar el resto de su vida juntos.
Para Clara y Roger, lo más emocionante de su boda no era solo el gran día en sí, sino todas las personas que formaban parte de su historia. Familia, amigos y seres queridos reunidos para celebrar su amor, compartiendo cada sonrisa, cada abrazo y cada momento único.
Desde el primer momento, supieron que querían un día sin preocupaciones, en el que pudieran centrarse en lo más importante: disfrutar. Por eso, confiaron en Montserrat Catering, una elección que les dio tranquilidad desde el primer día.
«Lo que nos hizo elegir Montserrat Catering fue el trato personalizado que nos dieron desde el primer momento. Nos sentimos escuchados, acompañados y con la seguridad de que todo saldría como lo habíamos imaginado. Además, la calidad de la comida fue excepcional y todo a un precio razonable.»
A lo largo de todo el proceso, sintieron que estaban en buenas manos. Durante la planificación, cada detalle fue cuidado con mimo, y el gran día transcurrió con total tranquilidad.
«Nos sentimos bien tratados y bien acompañados en todo momento. Tuvimos la certeza de que todo estaba bajo control, lo que nos permitió disfrutar sin estrés y vivir el día con la emoción que merecía.»
Si algo aprendieron en el proceso es que el amor no solo se trata de los grandes momentos, sino de los pequeños gestos que lo construyen: una mirada, una risa compartida, una caricia en el momento justo.
Por eso, su consejo para otras parejas es claro:
«Que lo planifiquen con tiempo y disfruten juntos tanto de la preparación como del día, sin presionarse ni estresarse. Algunas cosas pueden no salir como esperan, pero nada puede estropear un día tan bonito.»
«Y así fue su historia… Una historia que, como todas las grandes historias, sigue escribiéndose cada día. Una historia en la que Montserrat Catering tuvo el honor de formar parte y compartir un día inolvidable.”